viernes, 1 de julio de 2011

Ansiedad

Hay niños muy vulnerables a las situaciones de estrés, tanto en su aspecto biológico, como psicológico, así como situaciones estresantes.
Se han propuesto varias hipótesis referentes a la ansiedad de separación (Bragado, 1993) como muy influyentes.
  • Los déficits de aprendizaje
  • Las experiencias traumáticas de separación
  • El reforzamiento de las conductas de dependencia por parte de los padres.
En suma, la vulnerabilidad biológica, la vulnerabilidad psicológica y los acontecimientos estresantes traumáticos hacen más probables, sobre todo cuando actúan juntos, la aparición de la ansiedad de separación.

La mayor parte de las actuales aproximaciones psicológicas consideran que los miedos y sobre todo las fobias, son adquiridas o aprendidas por el individuo que las presenta como consecuencia de su experiencia particular. Esto no significa que desde un punto de vista psicológico se niegue la existencia de reacciones “innatas” de miedo, que se producen ante determinados estímulos casi desde el nacimiento.

Se puede observar por tanto que, en el origen de los trastornos de ansiedad desempeñan un papel importante, por un lado, los acontecimientos estresantes como el divorcio de los padres en los períodos críticos de la infancia y, por otro, el estilo educativo de los padres con los hijos.

En concreto, hay una estrecha relación entre la ansiedad materna, la sobreprotección de los hijos y las respuestas de ansiedad por parte de éstos. El temperamento del niño desempeña asimismo un papel importante y refleja la predisposición hereditaria general. Los niños ansiosos tienden a responsabilizarse excesivamente de los fracasos, experimentan dificultades para generar alternativas de actuación y discriminar las que son efectivas de las que no lo son y por último, suelen ser lentos en la toma de decisiones.

La atención excesiva del niño a sus propias reacciones y a sus propios pensamientos contribuye a desarrollar y mantener la ansiedad.

Las situaciones que provocan ansiedad en la infancia son muy variadas. A continuación les ofrecemos una relación de factores que pueden generar o precipitar la ansiedad.
  • Enfermedades e intervenciones quirúrgicas.
  • La muerte de amigos o parientes.
  • Las dificultades escolares.
  • Ataques o experiencias sexuales.
  • Los problemas intrafamiliares.
  • Las situaciones de miedo.
  • Las preocupaciones y situaciones de peligro imaginario.
  • Los accidentes.
  • La menstruación.
  • Experiencias traumáticas específicas. “Estrés traumático”.
La ansiedad crónica se manifiesta frecuentemente por inquietud o conducta temerosa, con dificultades de tipo relacional o social y menos veces con manifestación orgánica. Son menos aparatosos los síntomas en las formas de ansiedad aguda, con predominio de sentimientos de culpa o de preocupación excesiva, o acompañando ideas obsesivas. La ansiedad crónica tiene un importante valor en psicopatología del niño por su propio significado y por el fuerte poder dinamizador que posee, posibilitando reacciones a medio y largo plazo con consecuencias imprevisibles, siendo un factor de riesgo si permanece de manera continuada durante años, creando además una vulnerabilidad psíquica que se mantendrá en la vida adulta.

El rasgo es un modo de conducta, distintivo de una persona, de naturaleza más o menos permanente. Es una característica de la personalidad del sujeto, como por ejemplo la timidez. Ese rasgo no tiene porque ser patológico a no ser que origine sufrimiento o dificultades en su vida y en su equilibrio psíquico. La ansiedad estado en el niño hace pensar en lo patológico, en trastornos por ansiedad identificables.

Uno de los peligros es que la ansiedad crónica se involucra con la personalidad conforme el niño crece. El comportamiento emocional y social del niño refleja sentimientos de inferioridad, hipersensibilidad, vulnerabilidad emocional, exageración en las respuestas emocionales, timidez, aislamiento social, vinculaciones afectivas inadecuadas, autoconciencia de su situación, llantos, desequilibrios emocionales, rigidez emocional, aplicación de la “ley del todo o nada”, carácter “complaciente” y falsamente adaptado, etc.